jueves, 11 de marzo de 2021

El caso de Miguel Fernández Carrasco

 


Ocurrido el 29 de enero de 1976, un caso único por la investigación que se llevó a cabo por parte de un juzgado de instrucción, una investigación que se realizó de oficio al conocer las lesiones físicas y psicológicas con las que llegó Miguel al hospital. También único (en mi opinión) por la campaña de descredito y linchamiento mediático por parte de una serie de investigadores (ha habido otras, pero no de esta manera), una campaña sin sentido hacia una persona humilde, medio analfabeta y la cual no quiso nunca dar publicidad a su caso, el cual llegó a los medios por la investigación judicial, no por él.

 

 

Nunca entenderé las campañas de ciertos investigadores del Fenómeno OVNI que atacan sin piedad a algunos testigos/victimas, máxime esos investigadores de sofá (como muy bien califica J.J. Benítez). Pero ya llegaré a este apartado más adelante, voy a presentaros el caso.

 

 

 

Miguel, un humilde labrador de 24 años de la localidad Sevillana de Benacazón, volvía a su casa después de dejar a su novia en su casa (Carmen Alvarado), la cual vivía en una localidad cercana, San Lucar la Mayor. Mientras caminaba por la carretera, sobre las 00:30h, se llevó un gran susto al ver lo que le parecía una estrella de gran tamaño que pasó a gran velocidad y a poca altura respecto del suelo, desapareciendo inmediatamente por la velocidad que llevaba. Unos quince minutos después, el objeto volvió a pasar de nuevo de la misma manera, a baja altura y a gran velocidad, Miguel pensó (como relató al periódico de tirada nacional ABC cuando le visitaron en el hospital) que no era normal lo que estaba sucediendo y comenzó a ponerse muy nervioso y aceleró el paso.

 

 

Pero sus temores no habían hecho más que empezar, pues un minuto después de la segunda pasada, el objeto volvió a aparecer, se dirigía hacia él a gran velocidad, frenó bruscamente y se posó en la carretera a unos pocos metros de Miguel.

 

 

Miguel comentó a los dos periodistas de ABC: “Me paré y salieron dos hombres con un ropaje parecido al de los hombres-rana (buceadores), con un cinturón de hebilla ancha y en el centro una lucecita que me pareció una especie de piloto. Los dos se pusieron a hablar y yo no los entendía”. Miguel, ante tal situación, comenzó a correr con todas sus fuerzas y a los pocos metros oyó un fuerte ruido (como de un motor potente dijo), se dio la vuelta instintivamente para comprobar de donde venía ese ruido, “el aparato se puso encima de mí y me disparó algo parecido a un rayo y perdí el conocimiento”.

 

 

En el testimonio de Miguel ante el juez durante la investigación comentó: “Cuando recobré el conocimiento estaba tirado en el suelo junto a la puerta de mi casa. Estaba lleno de tizne en la cara y en las manos, según me dijeron no hacía más que gritar ¡cierra la puerta que entra la estrella!”. Los hermanos de Miguel, Teresa y Antonio, al encontrar a Miguel en tal estado de nervios y con manchas y quemaduras, le llevaron al médico del pueblo, quien les aconsejó llevarle al hospital en Sevilla.

 

 

 

Miguel afirmaba a su llegada al hospital que fue agredido, entonces el  hospital lo puso en conocimiento del Juzgado nº6 del Prado de San Sebastián. El juez instructor del juzgado nº 6, Santos Bozal Gil, dispuso la incoación de diligencias previas en base al artículo 789 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, convirtiéndose en el primer caso OVNI investigado por un juez.

 

 

El juez Santos Bozal Gil llamó a declarar a Miguel para que declarase los hechos de la agresión y al médico que le atendió en el hospital. El juez también ordenó a la policía que se personara en la zona de la carretera donde ocurrieron los hechos, para recabar información y/o pruebas del suceso.

 

 

Monsalve Cano, médico que atendió a Miguel en el hospital sevillano de San Lázaro, declaró ante el juez: “El agredido es un hombre normal, no presentó signos de embriaguez ni aparenta ser alcohólico. Presentaba una crisis nerviosa debida a los hechos que el mantenía sobre el ataque de una estrella. Tampoco se advirtieron signos ni rastros de consumo de drogas. Presentaba una conjuntivitis severa, semejante a los casos de gran exposición a fuertes iluminaciones, aunque no se puede descartar que pudiese haber sido debida a una fuerte fricción continuada con las manos. No presentaba moratones por agresión, pero si tenía quemaduras y unas manchas negruzcas oleosas poco comunes en el lado derecho de la cara y en la mano derecha, distintas a las que le habrían producido humo o gases de combustión”.

Conjuntivitis severa, semejante a los casos de gran exposición a fuertes iluminaciones, aunque no se puede descartar que pudiese haber sido debida a una fuerte fricción continuada con las manos. No presentaba moratones por agresión, pero si tenía quemaduras y unas manchas negruzcas oleosas poco comunes en el lado derecho de la cara y en la mano derecha, distintas a las que le habrían producido humo o gases de combustión”.

Miguel dibujó para el juzgado lo que recordaba haber visto, una especie de objeto con forma de “cabina telefónica” (cuadrada y alargada) con tres patas en su zona inferior y un piloto en la parte superior, el cual giraba y emitía una luz roja y blanca. El juez preguntó a Miguel si aquella noche había bebido alcohol, a lo que Miguel respondió que “solo bebí esa noche dos cervezas”.

 

 

 

La policía no encontró marcas en la carretera ni el testimonio de algún testigo que pudiese haber visto u oído algo sobre algún aparato volando por Benacazón aquella noche del 29 de enero de 1976.

 

 

El juez Santos Bozal Gil, después de tomar declaración a Miguel, a sus familiares, al doctor Monsalve y a los policías que se desplazaron hasta la carretera donde Miguel dice que ocurrieron los hechos, dictó auto archivando la investigación por agresión. Según dicto Santos Bozal: “Al desconocer al autor o autores de la agresión y la imposibilidad de su identificación, y no poder demostrar el hecho como constitutivo de delito, ordeno el archivo de la causa y las actuaciones que las acompañan”.

Un grupo de investigadores se desplazó años después a Benacazón para investigar el caso de Miguel, dijeron que habían entrevistado a Miguel y que su testimonio tenia incoherencias. También entrevistaron a la familia, a su novia y a varios vecinos del pueblo. La familia y los amigos de siempre contestaron que creían fielmente lo contado por Miguel, una persona sencilla y nada problemática. La gente del pueblo dijo no haber visto u oído nada aquella noche de 1976, confirmaron también la personalidad tranquila y seria de Miguel.

 

 

Pero hubo un vecino que especuló con otra teoría, contó que cuando Miguel regresaba de casa de su novia, fue asaltado por un grupo de personas debido a un problema familiar. Este grupo le habría llevado a rastras a una carbonería cercana para pegarle, fue agredido en la carbonería y se manchó con los restos de aceite, carbón y alquitrán que había por el suelo.


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