De entre los miles
de millones de estrellas que hay en nuestro Universo, todas y cada una
de ellas representa a un Sol que puede tener en su ámbito de influencia a un
sistema con planetas y, dentro del mismo, alguno que pueda tener
características similares a la Tierra y, por consiguiente que pueda existir
vida más allá de nuestro Sistema Solar.
Sería un acto
de inconsciencia pensar que estamos solos en el Universo que la única
vida que se ha creado es la que se encuentra en el planeta Tierra y que más
allá de cualquier otra consideración no hay ninguna otra forma de vida,
inteligente o no, más allá de nuestras fronteras solares.
Los científicos
han dado estadísticas de los posibles planetas habitados, en un estado
de evolución similar al nuestro, más atrasados o más adelantados, y supera el
margen de varios millones de posibilidades pero lo descorazonador es que, en
éste momento, no podemos decir que hallamos establecido contacto con otros
mundos y, mucho menos, con otras civilizaciones, civilizaciones
extraterrestres.
Es el drama del
ser humano, condenado a su existencia sin saber si más allá de nuestro
Sistema Solar, de nuestra Galaxia, de nuestra Vía láctea, hay algo más. De
momento no han dado señales de vida...
Pero la Tierra, aunque
muchos lo crean, no es el centro del Universo, somos una partícula minúscula
en un Universo infinito, orbitamos en torno a uno de los brazos
perdidos de ese Universo con la certeza que dentro de millones de años
chocaremos con la galaxia de Andrómeda y surgirá una nueva galaxia donde ya no
existirá la Tierra. Por eso la importancia de explorar otros mundos, de buscar
alternativas, de establecer contacto con esas otras civilizaciones y... ¿Quién
sabe?
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